20 de Umie, año 198

Ayer, con los primeros rayos del Sol, ya estábamos todos en el embarcadero dispuestos a realizar la segunda prueba: la prueba de natación. Aëstin mostraba su natural pasividad (cara de pocker, ni un solo temblor de cuerpo… esas cosas), Escarlata, blanca como la cera, temblaba de la cabeza a los pies (no durmió en toda la noche), y yo a mitad de camino entre los dos, es decir, nervioso pero a la vez tranquilo.

― Estimados piratas-, comenzó a hablar Yonhas mientras todos se callaban-. Una vez más nos reunimos para presenciar otra prueba de las pruebas de iniciación pirata: la de natación. Los aspirantes, Escarlata, Aëstin y Eglomer nos han demostrado ser más duros de lo que pueden parecer a simple vista, llegando incluso a igualarme; de modo que poneos cómodos y disfrutad de esta segunda prueba.

Los gritos, aplausos y silbidos que nos dedicaron los piratas de la tripulación de Yonhas se vieron incrementados por el eco del embarcadero, dejándome un poco aturdido. Cuando por fin pararon, Jius pasó a explicarnos en qué consistía la prueba: debíamos lanzarnos al agua, nadar hasta el otro extremo de la cueva-embarcadero y volver. A simple vista parecía fácil, pero la verdad es que el embarcadero podía medir de largo como unos cien navíos, es decir, una barbaridad. Aún así, como no había límite de tiempo respiramos aliviados, ya que, tardase mucho o poco, Escarlata sería capaz de superar la prueba, pues resistencia, como había demostrado en los días anteriores, tenía de sobra. Así pues, nos quitamos los zapatos, nos pusimos en posición, y a una voz de Yonhas nos lanzamos al agua.

Los primeros metros, dado que el chorro de agua de la cueva nos venía de cara, nos costó un poco a Escarlata y a mí (Aëstin con eso de sus superbolsas de aire caliente no tenía problemas y nos adelantó en seguida), pero una vez nos acostumbramos a la presión constante de nadar a contracorriente no tuvimos mayores dificultades. Aún así, no tardé mucho en dejar atrás a la bruja, y cuando iba por mitad de la cueva aproximadamente, Aëstin pasó como una bala por mi lado en dirección contraria (malditas bolsas...).

Después de un largo tiempo nadando sin parar conseguí llegar al otro extremo de la caverna, me aferré a un pequeño saliente que había en la roca y descansé un par de minutos. Después me puse de nuevo en marcha, y mientras nadaba me di cuenta de que me estaba resultando más fácil la vuelta que la ida, hecho que achaqué a los continuos días de entrenamiento y a los dos minutos de descanso que me tomé.

Pronto divisé a Escarlata nadando hacia mí. La verdad es que para haber aprendido a nadar en apenas 6 ó 7 días no le iba nada mal. O por lo menos eso pensé hasta que llegué a su lado. No sé si fue por su cara de pánico o por el hecho de que nadaba hacia atrás, pero algo no iba bien. Fue entonces cuando me asaltó una sospecha, y para comprobarlo, me detuve en seco y pude comprobar con horror que aún así mi cuerpo continuaba moviéndose.

“Me muevo sin nadar... Escarlata nada hacia atrás... ¡y hace siete días desde el último desagüe! ¡Mierda! ¿Por qué no me he dado cuenta antes?”, pensé mientras nadaba a toda velocidad hacia la bruja, que luchaba desesperadamente por mantenerse a flote.

Las tranquilas aguas de la cueva se habían convertido en una tremenda marejada, plagada de fuertes e inestables corrientes que zarandeaban nuestros cuerpos a placer, y en cuyo centro desaparecían engullidas por un enorme remolino que nos arrastraba sin remedio hacía un funesto final.

Cuando estaba a punto de alcanzarla, su cuerpo se sumergió a causa de una ola gigante, así que tomé aire y me zambullí, pero el agua esta demasiado turbia como para poder ver algo. Aún así no me rendí y me zambullí una y otra vez hasta que di por fin con la bruja, que se había quedado en un estado de semiinconsciencia. Para entonces ya estábamos a punto de entrar en el remolino gigante.

― ¡Escarlata! ¿¡Puedes oírme!? ¡ESCARLATA!-, dije mientras abofeteaba las mejillas de la pobre muchacha.
― S-Sí…-, contestó al fin.
― ¿Tienes algún hechizo que sea capaz de crear una fuerte propulsión hacia delante?-, pregunté.
― ¿Eh?-. Estaba claro que aún estaba un poco aturdida.
― ¡QUE SI TIENES ALGÚN HECHIZO CAPAZ DE IMPULSARNOS FUERTEMENTE HACIA DELANTE!
― Ehh… ¡Ah! Sí, es posible…
― Vale, pues ve preparándolo porque estamos a punto de ser absorbidos por el remolino. Lo que haremos será esperar a entrar, y justo en el momento en que hayamos dado una vuelta dentro de él, lanzarás tu hechizo, que combinado con la fuerza centrífuga del giro nos propulsará hacia fuera. ¿Lo has entendido?
― Sí.
― ¡Pues prepárate que entramooooooooos!

Fuimos absorbidos sin remedio, entramos en la enorme espiral y fuimos ganando velocidad rápidamente. Mientras, Escarlata murmuraba para sí misma, sacudiendo la cabeza intentando concentrarse en el conjuro, y nos fuimos acercando al punto clave.

― ¡Lánzalo!-, dije.
― ¡Pusshu!

Sentí como nuestros cuerpos eran arrastrados como empujados por una fuerza invisible. Por desgracia, no fue suficiente. Escarlata debía estar más aturdida y cansada de lo que se podía observar a simple vista.

― ¡No pasa nada! ¡Lo volveremos a intentar!

La bruja volvió a murmurar aquellas incomprensibles palabras y cuando dimos otra vuelta entera lo volvió a intentar, y aunque esta vez el impulso fue mayor que la vez anterior, resultó de nuevo insuficiente.

― ¡Lo siento, Eglomer! No soy capaz de hacerlo… es demasiado para mí…-, me dijo.
― ¡De eso nada! ¡Eres la bruja con más talento que conozco, así que deja de decir estupideces y sácanos de aquí!
― Pero es que…-, empezó a decir, pero no pudo acabar la frase. Levanté su cara suavemente con ambas manos obligándola a mirarme a los ojos.
― Confío en ti-, dije plenamente convencido.

Tras varios segundos Escarlata reaccionó, y en sus ojos pude ver brillar su fuerza mientras asentía suavemente con la cabeza. Después cerró los ojos, inspiró profundamente y concentró toda su atención en aquel hechizo. Dimos una vuelta entera, y otra, acercándonos peligrosamente al final del torbellino, pero confié plenamente en la bruja, pues estaba seguro que nos sacaría de allí, de modo que me coloqué detrás de ella y la agarré fuertemente por las manos para transmitirle parte de mi energía. El próximo sería nuestra última oportunidad de salir de allí.

― ¡AHORA!-, grité.
― ¡¡¡PUSSHU!!!-, dijo Escarlata mientras éramos engullidos por las aguas.

Al principio no noté nada y pensé que era nuestro fin, pero de repente sentí ese familiar empujón provocado por el conjuro, pero unas cien veces más fuerte, de modo que fuimos lanzados lejos del remolino hacia la superficie, saliendo a escasos metros de donde se encontraban Yonhas y su tripulación. Utilizando nuestras últimas fuerzas, logramos llegar hasta el embarcadero y subir a las tablas, desplomándonos acto seguido sobre ellas, agotados, entre aplausos y vítores.

― Lo hemos conseguido-, me dijo la bruja sonriente.
― Sí-, contesté. Pero ella ya no podía oírme.

Después de eso hubo un pequeño discurso de felicitación por parte del capitán, y también pude enterarme de que habían tenido que dejar fuera de combate a Aëstin, puesto que había intentado lanzarse al agua para rescatarnos, y por lo visto las reglas de la prueba de las tres tibias exigen que los aspirantes a piratas sean capaces de realizar las pruebas sin ayuda de nadie (menos mal que no vieron lo que pasaba dentro del remolino). Por último, nos ayudaron a llegar hasta nuestras habitaciones, donde pasé el resto del día tumbado en la cama durmiendo, excepto un par de ratos en los que vinieron a traerme la comida.

Ya de buena mañana he visto a Aëstin, y no parecía muy contento con su chichón. “Si hubiese tenido mi arma a mano no hubiesen podido retenerme”, me ha dicho muy serio. De Escarlata aún no sé nada, y eso que ya es por la tarde. Supongo que seguirá descansando en su habitación.

Esta noche, por supuesto, habrá fiesta en la taberna del pueblo a la cual no podemos fallar, pues no por nada somos la razón de dicha fiesta, y no sé por qué pero tengo la sensación de que pasará algo. No sé si bueno o malo, pero algo va a pasar. Y encima, sólo de pensar en meterme allí y oler ron por todas partes hace que se me revuelva el estómago.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Q CABRONES!
x si noe s dificil aguantar tanto tiempo anado, encima con el remolino d los huevos.
Menos mal que no hay nada que se os resista ;)

MÉS, MÉS!!!!

Malfuin dijo...

Jum, mira que tener que recordarle a la bruja sus propios hechizos x3 Vaya con Escarlata :P

Por cierto, leete las Crónicas de Belgarath si las encuentras, hay un barco que cruza un remolino de forma parecida (aunque la mayor parte del libro es en tierra, no te hagas ilusiones :P xD).

En fin, ya son piratas oficialmente ¿o les quedaba algo por hacer?

Mola mucho, ya se echaba de menos, saludos :3

Nemârie dijo...

xDDDDDDDDDDDDD

Es genial! Bravo por Eglomer a la hora de pensar en situaciones peligrosas!!!!!

Muy buen capítulo!^^. Me gusta!^^

Quiero maaaaás! ^^

Eglomer dijo...

Kudasaru, sí... son unos cabrones... creados por mí, pero cabrones xDD

Malfuin, piensa que Escarlata estaba un poco aturdida y eso... es normal q no se centrase xD Y cuando pueda me los leeré (después de la materia oscura... ains, se me acumula la lectura :P).

Ah! Y ahora les queda por hacer la tercera prueba, la prueba de lucha (personalmente creo q es la mejor prueba de todas ^^).

Nema, me alegro de que te guste^^ Ahora a esperar el siguiente capítulo :3

Saludos y gracias por pasar!