El Misterio del Tesoro Submarino (1)

[Bueno, mientras esperamos todos a que tenga vacaciones y tiempo para seguir con la historia de nuestro piratilla y sus amigos, os voy a ir poniendo una historia que escribí hace mucho tiempo ya (en el 2001). Es una historia que le escribí a mi hermana sobre el año 99 y que más tarde recuperé y amplié, quedando tal y como la leeréis vosotros. Espero que os guste (o mejor dicho que no os disguste), y que no me arrepienta de haberla publicado xD.]

EL MISTERIO DEL TESORO SUBMARINO

CAPÍTULO 1
UN DESCUBRIMIENTO ASOMBROSO

Eran las seis y media cuando mi hermano Alex de diecisiete años y yo, Martín, de dieciocho salimos de casa.

Alex es un chico regordete, rubio, con muchísimas pecas y mas bien bajito. Es muy avaricioso y con bastante mal humor. Pero buena persona.

Yo, en cambio, soy todo lo contrario. Soy flaco, alto, con la piel tostadita, moreno y llevo gafas. Soy algo sádico, bastante bromista y sobretodo muy romántico.

Íbamos corriendo porque habíamos quedado con los amigos hacía veinte minutos. Suerte que estaban esperándonos cuando llegamos. Allí estaban Rubén de dieciocho años, Miriam (mi novia) de dieciocho y Estela (hermana de Miriam) de diecisiete.

Yo, como soy el más rápido de los dos y no me sobran quilitos, llegué el primero. Alex llegó poco después jadeando. Allí estábamos todos reunidos por fin.

- ¿Éstas son horas de llegar?-. Me preguntó Miriam bastante enfadada.

Miriam es un poco mas baja que yo, con un larguísimo pelo negro, unos grandes ojos verdes, muy guapa. Es muy sensible y le encanta que le susurre poesías al oído. En estado normal es muy amable y simpática, pero cuando se enfada...

- No pudimos llegar antes. Tuvimos que ayudar a nuestra madre a mover unos muebles. Por cierto, hoy estas muy guapa-. Dije. Aunque la verdad es que nos habíamos quedado dormidos.

- Pues yo no me lo creo. Y no seas tan pelota-. Dijo Miriam mirándome a los ojos.

- Bueno Miriam, tampoco es para ponerse así. Por lo menos han llegado a tiempo. Deberías estar contenta-. Ahora hablaba Estela.

Estela no era ni alta ni baja, era muy lista, rubia, ojos azules y el pelo por los hombros. Leía mucho y siempre encontraba la parte buena del asunto, cosa que venía bien para este tipo de discusiones.

- Estela tiene razón. ¿De qué sirve pelearse ahora? Lo que deberíamos hacer es aprovechar el tiempo que queda-. Dijo Rubén

Rubén es más o meno como Estela. Pero tenía el pelo castaño y los ojos marrones. Y como estaba enamorado en secreto de Estela siempre le daba la razón a ella.

- Rubén tiene razón. ¿Dónde vamos a ir hoy? Porque no creo que nos quedemos aquí toda la tarde, ¿no?-. Hablaba Alex.
- Hace ya tiempo que no vamos al centro. Y yo tengo que ir a comprar unas cosas-. Propuso Miriam.

No nos lo pensamos dos veces ya que a todos nos pareció una buenísima idea. En cinco minutos ya estábamos en el hall del centro. Como cada uno tenía que hacer una cosa diferente quedamos a una hora en una fuente cercana a la salida y nos separamos.

Miriam y yo nos fuimos directamente a la sección de deportes. Mientras ella miraba las raquetas de tenis yo miraba las zapatillas.

La verdad es que Miriam es toda una campeona jugando a tenis. Tiene todo su cuarto lleno de trofeos y medallas. Es la mejor.

Mientras tanto, Rubén y Estela habían ido a la biblioteca. Estela se decidió enseguida por su libro favorito: los viajes de Gulliver. A Rubén le costó un poco más decidirse, pero al final cogió Moby Dick.

Mientras Estela leía, Rubén no dejaba de mirarla. Y más de una vez tubo que retirar la mirada al ser descubierto. Y cansado de que siempre le descubriera Estela, decidió concentrarse en la lectura.

Alex se fue al restaurante a saludar a una antigua novia que tuvo de pequeño y que ahora eran muy buenos amigos...

Cuando faltaba media hora para que cerraran, todos nos reunimos en aquella preciosa fuente donde estaban esculpidas unas grandes nubes de las cuales asomaba un gran círculo de ángeles. En medio de este círculo había una figura que se supone que es Dios. De las alas de todos los ángeles y de las manos de Dios salían grandes chorros de agua formando un magnífico espectáculo.

Nos quedamos todos embobados con aquella maravilla durante un largo tiempo. Pero como se me hizo tan largo se me fueron cerrando los ojos cada vez más y más, hasta que me quedé dormido y metí la cabeza dentro del agua. Me desperté y vi a todo el mundo riéndose. Y como la risa es contagiosa yo también reí.

- Y ahora vamos ha hacer un esfuerzo para dejar de reírnos y decidir donde vamos-. Dijo Estela, que a causa de la risa casi no podía hablar.

- ¿Que tal si vamos a los recreativos? Hace tiempo que no aparecemos por allí-. Propuso Rubén.

- ¿Ya no te acuerdas que los cerraron cuando hubo ese atentado? Menos mal que no hubo muertos-. Dijo Estela.

- Tendremos que buscar otro sitio. ¿Qué proponéis vosotros?-. Dije mirando a Miriam.

- ¡¡¡¡¡¡¡ A la playa !!!!!!-. Dijo Miriam que entendió mi indirecta.

- Por mí de acuerdo-. Dijo Alex.

- Y por mí también.

- Contad conmigo.

- Pues yo no-. Dije muy seriamente.

Todos me miraron con la boca abierta.

- ¿No? Martín, ¿estás enfermo o qué te pasa? Pero si es tu sitio favorito-. Me dijo Alex mientras con una mano me tocaba la frente.

Empecé a reírme. Ellos se habían reído de mí, ahora era mi turno.

- Ja ja ja, que era broma idiota.

Al llegar nos tumbamos en la arena contemplando el hermoso paisaje que la naturaleza nos ofrecía. Gaviotas volando sobre el mar, rojas nubes bañadas con los dorados rayos del sol, el mar en completa calma, ese olor salado tan agradable que traía la brisa... en definitiva, un atardecer de primera.

De repente oímos una especie de tintineo. Buscamos el lugar del cual procedía este ruido y ente las rocas del mar encontramos una botella con un papel dentro. Lo sacamos. Era un mapa de lo que parecía ser Portugal. A la altura de Madeira había una cruz y ponía 3 millas. Detrás había un mensaje:

HAY UN TESORO MUY VALIOSO
EN UNA TIERRA AL SUR DE MADEIRA
NO APARECE EN NINGÚN MAPA
PORQUE ESTÁ BAJO DEL AGUA
QUIÉN SE ATREVA, QUE VAYA.
ADVERTENCIA: CUIDADO CON LOS GUARDIANES.


Sin darnos cuenta se nos había hecho la hora de cenar. Teníamos mesa reservada en un chino bastante famoso en nuestra ciudad.

Cuando nos cansamos de escuchar tanta gente hablar en chino y de comer tantos rollitos no fuimos a dormir cada uno a su respectiva casa.

3 comentarios:

Nemârie dijo...

jeje, ta way! ^^

Me recuerda a las historietas que leía de pequeña! Desde luego, a mi hermano le encantaría :P

Ta chula! a ver si continúa!^^

Saludines!^^

Anónimo dijo...

Esa historia también es genial!
tiene un aire más infantil,pero demuestra muxa imaginación, ventiva e interés ;)
Tienes talento Eglomer :D

Malfuin dijo...

Parece bastante interesante ^^ Me recuerda a las historias que hacíamos un amigo y yo hace un tiempo... Mola!

¿Por qué nunca me entero de cuando actualizas? Ò_Ó