12 de Umie, año 198

Esta mañana partió Yonhas con una parte de su tripulación en busca de nuevas provisiones, y Zippo con ellos oculto en el barco. La verdad, me quedo un poco preocupado por él. ¿Qué pasa si le descubren?

A parte de eso no hay mucho que contar, ya que hemos pasado estos días entrenando para la prueba. Mejor dicho, hemos pasado estos días intentando enseñar a Escarlata a nadar, pero la pobre es bastante patosa. Verla intentando nadar es como ver a un pez fuera del agua, y yo ya no se que más decirle para que aprenda. Además, Aëstin tampoco nos es de mucha ayuda, ya que su estilo de natación los humanos normales no podemos realizarlo, y como no sabe nadar de otra forma, no puede aconsejarnos.

Su método de natación consiste en lo siguiente: de todos es sabido que los dragones son capaces de escupir fuego por sus enormes fauces, ¿verdad? Pues para ello lo que hacen es almacenar un gas especial que crean de forma natural en pequeñas bolsas a lo largo de todo su cuerpo y lo mantienen a una temperatura elevada, de modo que cuando ellos quieren, liberan este gas y, al contacto con el oxígeno del aire, se produce una combustión espontánea de dicho gas y se crea la llamarada (suerte que me apunté la explicación que nos dio Aëstin, porque si no iba a tener problemas para escribir todo esto yo solo…). El caso es que Aëstin, como semidragón que es, conserva algunas de estas bolsas en su interior, de modo que él mismo ya es como un flotador viviente, y así lo único que tiene que hacer para nadar es impulsar su cuerpo con brazos y piernas. Resumiendo, que como él ya flota de serie y Escarlata no, no aporta nada a la instrucción de la pobre bruja. Además, como la prueba consiste en nadar y no en bucear, el hechizo de las branquiorejas que utilizamos para entrar en la isla tampoco nos sirve.

En fin, con tanto calentamiento de cabeza lo mejor que podemos hacer es aprovechar el día de hoy para descansar mientras se vacía la isla y reponer fuerzas para los próximos días, porque vamos a necesitar mucha energía.