44 de Aile, año 198

¡Me he tirado casi dos días durmiendo! Esto no puede ser bueno… En fin, os cuento las novedades. Para empezar, el hombre dragón escapó de la mazmorra en el que le encerré hace un par de días. “Fue un juego de niños”, me dijo. También me comentó sutilmente que si él hubiese querido, yo ya estaría muerto, pero que había decidido, ya que le salvé la vida y esas cosas, que en vez de ser mi enemigo se convertiría en mi aliado y en parte de mi tripulación. Muchos estaréis pensando “¡hala! ¡Cuentan con un dragón en su tripulación!”, pero la verdad es que al derrotarle, perdió su capacidad de transformarse, por lo que es un simple humano más. Por cierto, su nombre es Aëstin.

Bueno, pues nada más despertar, me encontré con Aëstin cara a cara y casi me da un algo del susto. Después de aclarar que no me mataría nos sentamos en la mesa de la cocina y mientras yo comía como un poseso, él se dedicó a relatarme algunas cosas muy interesantes que intentaré resumir a continuación.

En primer lugar hablamos un poco sobre nuestro combate, me dijo aquello de que ya no podía transformarse, y me habló un poco sobre la historia del mundo, de la isla y de mi espada, de la cual hablaremos más adelante.

Resulta que hace muchísimos años, cuando el mundo todavía era joven, todo él rebosaba de energía y todas las tierras estaban unidas en un solo continente. Las plantas eran del tamaño de los árboles, y los árboles del tamaño de una montaña. Esto también era aplicable a los animales, por supuesto. Según Aëstin, los dragones eran una de las especies más grandes dentro de la familia de los alados, pero no los más grandes. Los dueños del cielo, por llamarlos de alguna manera, eran los yawes, unas criaturas el doble de grandes, el doble de veloces y el triple de fuertes que los dragones. La verdad, sólo de imaginar un ser con semejantes características me hace temblar… Bueno, el caso es que el mundo estaba en su edad dorada, pero todo eso cambió cuando la evolución creó a los humanos.

Al principio, los humanos éramos, torpes, tontos, una presa fácil (aunque diminuta) para cualquier depredador hambriento, lo cual nos obligó a evolucionar a pasos forzados para asegurarnos la supervivencia. Obviamente no optamos por evolucionar aumentando nuestro tamaño, sino que empezamos a desarrollar nuestra mente, nuestro intelecto, durante cientos de años, de modo que conseguimos crear sistemas medianamente eficaces de defensa, aunque no lo suficientemente buenos. Pese a todos nuestros esfuerzos muchas comunidades eran arrasadas y devoradas por las criaturas que habitaban el mundo, por lo que la humanidad entera se lanzó desesperadamente en la búsqueda de un método que nos protegiese. Entre todas las investigaciones que se desarrollaron por aquel entonces, la más importante de todas fue la de un señor llamado Ramustenius.

Ramustenius fue la primera persona en todo el mundo en descubrir que la energía del mundo podía ser canalizada y utilizada a voluntad, de modo que gracias a sus investigaciones pudimos construir unos sistemas de defensa y de ataque que nos permitieron pasar de ser presas a cazadores. Las tornas se cambiaron y desde entonces, el resto de especies animales empezó a temernos y a huirnos.

Y así pasamos cerca de cien años, siendo los dueños del mundo, dominando a aquellos a los que temimos, y procreando y repartiéndonos por todas partes. Pero lo que en un momento fue un genial hallazgo, se tornó en una terrible pesadilla para todos.

Con la proliferación de nuestra especie, cada vez consumíamos más energía del mundo, por lo que generación tras generación, las plantas y los árboles fueron menguando su tamaño, así como los animales, y sus intelectos junto con sus dimensiones. A las únicas especies a las que no afectó esta disminución de energía fueron a los dragones y a los yawes, seres canalizadores de energía por naturaleza, y a los humanos, canalizadores artificiales. El mundo entero iba en decadencia.

Los alados (yawes y dragones), viendo el peligro de ver agotada toda energía, decidieron poner fin al reinado humano, ya que de la propia existencia de la energía dependían sus vidas y la vida del mundo, e iniciaron una cruenta guerra contra los humanos que más tarde se recordaría como la guerra de los alados.

Muchas vidas de ambos bandos se segaron en aquella guerra que duró cerca de treinta años, y mucha energía fue consumida, hasta que llegó un punto en que la tierra se desquebrajó y se partió en cientos de trozos, dando lugar al mundo tal y como lo conocemos hoy en día. La guerra finalizó en aquel mismo momento, y representantes de ambos bandos se reunieron para pactar un acuerdo de convivencia mutua.

Tras meses y meses de negociaciones, se decidió, por el bien de todos, que el uso de la energía quedaría prohibido, que todas las investigaciones al respecto quedarían canceladas, que todos los datos serían eliminados completamente y, lo más importante de todo, que la existencia de la energía quedaría considerada como un tabú bajo pena de muerte, de modo que absolutamente nadie debía hablar jamás de ella con la intención de que cayese en el olvido. Y aunque parezca imposible, lo consiguieron. Aquello sucedió hace 198 años.

Lo que los humanos nunca llegamos a saber es que los alados llevaron a cabo un plan alternativo. Utilizando su capacidad innata para canalizar la energía, confinaron gran parte de ella en los elementos principales de la naturaleza: fuego, viento, tierra y agua, de modo que esa energía sirviese al propio mundo como alimento para recuperar su esplendor perdido, y ocultaron incluso a los miembros de su especie el paradero exacto donde residía esta energía. Desgraciadamente, aquello consumió más energía de la que creyeron los alados, y se vieron abocados a la extinción. Aún así, los pocos que sobrevivieron, como Aëstin, dedicaron su vida a la protección de aquellas fuentes de energía, que con el tiempo fueron tomando formas materiales y consciencia propia. Y aquí es donde entra en juego Ybuflow, la espada de la isla del viento que me eligió a mí como su portador.

Ybuflow es la materialización de la fuente de energía confinada en el viento, y por eso el filo de esta espada puede cortar cualquier cosa al igual que el aire. Esta magnífica arma tiene una empuñadura azul rodeada de una fina malla de un material que jamás había visto y en su extremo tiene una especie de gema verde con un símbolo muy raro grabado en ella y en cuyo interior hay una especie de aspa. También hay otros dos símbolos con otras dos aspas en el protector, que tiene forma de alas aterciopeladas que, aunque no lo parezcan, son muy duras. La hoja tiene una forma desigual, ensanchándose hacia el extremo y dejando un agujero en el centro, y a través de la pieza que junta la hoja con la empuñadura se puede ver la energía que fluye a través de la espada, la cual pese a verse azul desprende una intensa luz verdosa ya conocida por todos. Hay que decir que esta energía era la que mantenía en pie a la isla, y por eso al desclavar la espada se vino abajo. Y, bueno, más abajo podéis ver un pequeño esbozo de esta bella espada.

Después de todo lo que me ha contado Aëstin, a mi me han quedado algunas preguntas en el aire que o bien no conoce las respuestas o bien no ha querido revelármelas. ¿Por qué un dragón puede convertirse en humano e incluso perder su capacidad para transformarse en aquello que era originariamente? ¿Cómo pudo saber el Capitán Balrogh de la existencia de la isla si se suponía que era un lugar secreto? ¿Por qué Ybuflow ha decidido abandonar Wind Island? ¿Y por qué me ha elegido a mí? La verdad es que este tema me inquieta un poco, y Aëstin también. No acabo de fiarme de él, pero teniendo en cuenta el estado del barco lo necesitaré para vigilar que la nave no se precipite hacia un acantilado con nosotros dentro, y para llegar a tierra al pasar cerca de cualquier isla, ya que los botes de este barco se manejan con dos personas mínimo.


De momento estoy yo montando la primera guardia, pero dentro de poco le tocará a Aëstin ocupar mi lugar y yo podré echarme un rato a descansar. Y hablando de eso, me acaba de venir un flash como de un sueño en el que abría los ojos y veía a Aëstin diciendo que la transformación aún no se había completado. ¿O no era un sueño? Bueno, ya tengo con qué calentarme la cabeza esta noche. Espero que no tardemos mucho en llegar a tierra, porque aunque peces podemos pescar todos los que hay en el mar, no podemos decir lo mismo del agua dulce que cargamos, que en un par de días empezará a escasear.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya, has conseguido q yo tb tenga con q calentarme la cabeza sta noxe. La espaa sta xulisima. Lo q lleva al final del mango parece un 17, q es? y q significa?
a proposito!, esa explicación de la creación es tan convincente como la de la película fantasía;) yo baso mis conocimientos en esa película aún, jajajjaa.
SUERTE EGLOMER!, q la energía te acompañe^^

Anónimo dijo...

hombre, el dragón no puede ser tan malo. Al fin y al cabo te avisó de que debías escapar de la isla en vez de dejar que te derrumbaras con ella. Ten en cuenta que sólo estaba cumpliendo su trabajo.
Yo me fiaría de él...

Eglomer dijo...

Kudasaru, respecto de los símbolos de la espada, de momento nada se sabe. Tendremos que esperar a ver que pasa. Y me alegro de que te guste la explicación de la creación del universo :P

asgard, sólo el tiempo dirá si Aëstin es digno de confianza o no ^^

Nemârie dijo...

Mmmm... interesante... pero... eres demasiado confiado eglomer. A saber si el dragón es de fiar! ¬¬ xD. Aunque a mi me ha caído muy bien :P

Anónimo dijo...

JOAN
Me has impresionado eso de el principio de los tiempos es fascinante y un poco largo y toda esa historia de la espada tambien es muy chula me ha encantado pero que significan los garabatos de la espada se esconde algun secreto en ellos verdad en los cuentos siempre passa.
A y eso de tener un dragon de compañero no es muy bueno haber si te come y se acaba el diario con un monton de intriga, jo para compañero prefiero a Zippo es mas mono y bonito y gracioso aunque el te abandono cuando aparecio el dragon y eso no es un acto de valentia y los piratas necesitan mucha valentia
Pero bueno me ha encantado el capitulo .
De tu nuevo y pequeño amigo.